Hasta el inicio de la recesión
económica, España era un país líder en el sector de la
construcción y el equipamiento de instalaciones deportivas.
Entre los años 1980 y 2010 el
desarrollo de infraestructuras deportivas en nuestro país fue
espectacular. Por ello, España cuenta hoy con uno de los parques de
instalaciones para la práctica deportiva mejor dotados en cantidad y
calidad del mundo. Sin duda, esto ha contribuido al auge del deporte
de base y los éxitos de nuestros deportistas.
Las empresas del sector de la
construcción y el equipamiento de instalaciones deportivas crecieron
de forma paralela al incremento de la demanda, creamos muchos puestos
de trabajo y por supuesto nos especializamos al máximo nivel.
Hoy quedamos pocas de aquellas empresas
y, lo que es peor, como esta situación no cambie, posiblemente la
mayoría dejemos de existir en un corto plazo de tiempo.
En el sector, en
estos momentos, apenas hay actividad, no hay crédito y mucha
morosidad. Lo que podríamos llamar “la tormenta perfecta”. El
cómo hemos llegado hasta aquí es argumento para otro relato.
La exportación de nuestros productos y
conocimiento es de las pocas alternativas que nos quedan, pero esto
no se hace de un día para otro. La internacionalización, la salida
que nos queda a la mayoría de las empresas españolas, no es fácil,
es costosa y necesita tiempo.
Los empresarios, de este y otros
sectores, podemos caer en la depresión y pensar que hemos fracasado
en nuestro negocio. A veces me preguntaba que habíamos hecho mal
para tener los apuros por los que pasamos, pero ahora tengo claro
que, con independencia de los errores propios, la mayoría de
empresarios, al igual que el resto de la sociedad, somos víctimas de
un sistema que nos impusieron y que ha fracasado.
No nos vamos a rendir y vamos a seguir
peleando, como lo venimos haciendo desde 2009. Hemos reestructurado
la organización, innovado, internacionalizado, ¿qué más podemos
hacer? Pero, seamos conscientes de las dificultades y erradiquemos el
sentimiento de fracaso.
Ya casi nada es, no sé si lo volverá
a ser, como hace unos años. Ahora vivimos en la incertidumbre
permanente, sabemos lo que pasara hoy, pero no que va a ocurrir
mañana. No nos dejemos arrastrar por el estrés que nos pueda
generar esa incertidumbre, si lo hacemos, estaremos perjudicando a
nuestras organizaciones.
Seamos positivos, cuando todo esto
pase, al menos, nos quedará el conocimiento y la experiencia.
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