lunes, 15 de abril de 2013

LA TORMENTA PERFECTA

Hasta el inicio de la recesión económica, España era un país líder en el sector de la construcción y el equipamiento de instalaciones deportivas.

Entre los años 1980 y 2010 el desarrollo de infraestructuras deportivas en nuestro país fue espectacular. Por ello, España cuenta hoy con uno de los parques de instalaciones para la práctica deportiva mejor dotados en cantidad y calidad del mundo. Sin duda, esto ha contribuido al auge del deporte de base y los éxitos de nuestros deportistas.


Las empresas del sector de la construcción y el equipamiento de instalaciones deportivas crecieron de forma paralela al incremento de la demanda, creamos muchos puestos de trabajo y por supuesto nos especializamos al máximo nivel.

Hoy quedamos pocas de aquellas empresas y, lo que es peor, como esta situación no cambie, posiblemente la mayoría dejemos de existir en un corto plazo de tiempo.

En el sector, en estos momentos, apenas hay actividad, no hay crédito y mucha morosidad. Lo que podríamos llamar “la tormenta perfecta”. El cómo hemos llegado hasta aquí es argumento para otro relato.

La exportación de nuestros productos y conocimiento es de las pocas alternativas que nos quedan, pero esto no se hace de un día para otro. La internacionalización, la salida que nos queda a la mayoría de las empresas españolas, no es fácil, es costosa y necesita tiempo.

Los empresarios, de este y otros sectores, podemos caer en la depresión y pensar que hemos fracasado en nuestro negocio. A veces me preguntaba que habíamos hecho mal para tener los apuros por los que pasamos, pero ahora tengo claro que, con independencia de los errores propios, la mayoría de empresarios, al igual que el resto de la sociedad, somos víctimas de un sistema que nos impusieron y que ha fracasado.

No nos vamos a rendir y vamos a seguir peleando, como lo venimos haciendo desde 2009. Hemos reestructurado la organización, innovado, internacionalizado, ¿qué más podemos hacer? Pero, seamos conscientes de las dificultades y erradiquemos el sentimiento de fracaso.

Ya casi nada es, no sé si lo volverá a ser, como hace unos años. Ahora vivimos en la incertidumbre permanente, sabemos lo que pasara hoy, pero no que va a ocurrir mañana. No nos dejemos arrastrar por el estrés que nos pueda generar esa incertidumbre, si lo hacemos, estaremos perjudicando a nuestras organizaciones.

Seamos positivos, cuando todo esto pase, al menos, nos quedará el conocimiento y la experiencia.

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