En España tenemos
entre 6.000 y 7.000 campos de fútbol de césped artificial.
Fue en el año
2003 cuando FIFA acepta la superficie de césped artificial para la práctica
oficial del fútbol, y tan solo un año después lo hace la UEFA.
Es a partir de
ese momento cuando se produce un incremento exponencial en la construcción o
transformación de campos de fútbol con hierba artificial.
En el año 2005,
FIFA y UEFA se ponen de acuerdo para regular la calidad de los terrenos de
juego de césped artificial. Acuerdan que sea FIFA la responsable de normalizar
y homologar los campos de fútbol con un sello de calidad al que llaman, “FIFA
Recommended”.
Para establecer
los parámetros de calidad exigibles para la obtención de este sello de calidad,
miden las características y comportamiento mecánico de un campo de hierba
natural, en óptimas condiciones, frente al balón y al jugador, además de la
resistencia al desgaste y las roturas de la hierba artificial.
Se mide la
rodadura y el bote vertical o angular de la pelota, la absorción de impacto al
caer, la resistencia al inicio del sprint o el deslizamiento del jugador, entre
otros.
A partir de estas
mediciones se fijaron unos parámetros que si los cumple el artificial se lo
otorga una homologación por FIFA.
Para obtener la
homologación FIFA, el fabricante de la hierba tiene que solicitar previamente
la licencia FIFA y pagar un canon anual. Con esta licencia el fabricante puede
proceder a homologar los campos que necesite.
Además del pago
anual del canon, el fabricante, la constructora o el cliente tienen que pagar
los gastos establecidos de desplazamientos más tasas del laboratorio autorizado
por FIFA, bien sea para certificar las características del césped a instalar o
realizar los ensayos necesarios en el terreno de juego.
Es muy importante
saber que antes de obtener la homologación FIFA de un campo de fútbol, hay que
llevar el césped artificial (moqueta) que vayamos a instalar a un laboratorio
autorizado, para que estudie sus características y compruebe que éstas se
encuentran dentro de los parámetros marcados.
En el laboratorio,
se ensaya sobre la muestra de césped artificial, la vida útil, la composición
del producto, la solidez para la instalación, la resistencia a las condiciones meteorológicas,
la interacción entre jugador y superficie y el comportamiento del balón.
Una vez instalado
el césped en el campo de juego, se repiten las pruebas para ver si cumplen los
parámetros que previamente se habían ensayado en el laboratorio.
Es decir, esto es
muy importante, se homologa el campo no el césped. El sello de calidad FIFA se
otorga solo a campos de juego, no al césped artificial. Por tanto, el sistema
constructivo empleado (base y sub-base) es tan o más importante que la calidad
del césped.
Hay que desterrar
el concepto, tan empleado, de que queremos comprar un césped de FIFA una o dos
estrellas.
El sello de
calidad FIFA puede ser de una o dos estrellas. El de una estrella se otorga por
un periodo de 3 años y el de dos estrellas hay que renovarlo cada año.
Es evidente que
FIFA es mucho más exigente con el sello de calidad de dos estrellas, obligando
a realizar unas tareas de mantenimiento muy exigentes para garantizar que el
terreno de juego mantiene de forma permanente unas condiciones idóneas para la
práctica del fútbol.
Llegados a este
punto, quiero dejar claro que el sello de calidad FIFA solo es exigible para la
disputa de partidos de carácter internacional.
Las
homologaciones FIFA, como veremos más adelante, tienen que ver con la calidad y
la garantía del campo de juego, pero en ningún caso condicionan la práctica del
fútbol en competiciones que no sean internacionales.
La idea de FIFA
al establecer dos homologaciones fue la de crear una más sencilla (una
estrella), para campos de uso aficionado o escolar, y otra mucho más exigente
(dos estrellas), para la práctica profesional.
La realidad es
que en España existen muy pocos campos, ni siquiera el 1%, con la homologación
FIFA una o dos estrellas. La mayoría de los que se homologan inicialmente, una
vez pasado el periodo inicial de uno o tres años, no renuevan la homologación.
Existe poco o
nulo interés por parte del propietario del campo de fútbol de tener una
homologación FIFA, debido al coste que eso supone. Las primeras homologaciones
las suelen realizar los fabricantes, por interés relacionado con sus políticas
de marketing o las constructoras, por una obligación recogida en los pliegos de
condiciones. Pero casi nunca se renuevan estas homologaciones, a no ser que
exista un interés concreto del fabricante en mantener la homologación.
Desde 2005, FIFA
ha realizado 3 actualizaciones de las normas de calidad para obtener la
homologación, la última es de 2012.
Además de las
homologaciones de FIFA, las más conocidas y utilizadas, existe la homologación
del Comité Europeo de Normalización, que en España lo representa AENOR.
En este caso se
exige el cumplimiento de la norma UNE-EN 15330-1:2007. Esta norma es del año
2007 y al igual que FIFA pretende garantizar la calidad en los pavimentos
deportivos de césped artificial.
Las normas UNE-EN
no son imperativas, pero sí que los licitadores pueden incluir en los pliegos
de condiciones de los concursos públicos la obligatoriedad del cumplimiento de
esta Norma.
En 2009, la RFEF
regula su propia certificación de calidad con dos niveles. El Nivel 1 para
competiciones autonómicas y el II para la segunda división B y la 3ª división.
Para obtener el
certificado de calidad de la RFEF es preceptivo que el campo de juego cumpla la
norma UNE-EN 15330-1.
En la teoría es
preceptivo disponer del sello de calidad de la RFEF para la disputa de partidos
oficiales de sus competiciones, en la práctica no se exige.
¿Qué
beneficios reporta tener un sello de calidad FIFA, UNE-EN o RFEF?, además del prestigio.
Se garantiza la
calidad del producto y verifica que realmente tiene las características que
dice el fabricante o la constructora.
Se optimiza el
ciclo de vida (especialmente en aquello que obtengan la homologación FIFA 2
estrellas)
Se obtiene una
orientación de las labores de mantenimiento que ayudan a mantener unas
condiciones óptimas de juego.
Como consecuencia
de ello se obtiene una mayor calidad percibida por parte del usuario.
Se mejoran las
variables biomecánicas: mejor calidad para el juego y prevención de lesiones.
El inconveniente,
como ya dije es el gasto que supone mantener una homologación. Cierto es que no
es un coste importante en el conjunto de la inversión. Sin embargo, los
presupuestos disponibles se han reducido tanto que la homologación FIFA ha
dejado de ser una prioridad.
En este asunto,
como en casi todo en la vida, hay que utilizar la lógica y el sentido común. Si
podemos permitirnos tener una homologación FIFA u otra, hemos de tenerla en
función del uso que le daremos al campo de juego.
En cualquier
caso, lo prioritario es centrarnos en diseñar un buen proyecto, con un buen
sistema constructivo (base + sub-base) y una buena moqueta (césped artificial).
Buscar una empresa constructora especialista (no generalista) en la
construcción de este tipo de instalaciones, con acreditada experiencia. Que nos
merezca la máxima confianza, para que, además de construirnos el campo de
fútbol, nos asesore y ayude a obtener de esta inversión el máximo rendimiento.
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