Los pavimentos de pvc se han convertido en una
buena alternativa para la práctica del deporte.
Los podemos encontrar en rollos prefabricados
en diferentes longitudes y anchura que se sueldan in situ, estos se utilizan
para interiores, y en losetas de 25 x 25 ó 30 x 30 cm que se van encajando como
si de un puzle se tratará, tanto para interiores como exteriores.
Voy a centrar este artículo en los primeros,
mucho más utilizados para el deporte en nuestro entorno. Pero veamos,
previamente que es el PVC.
El PVC es el derivado del plástico más
versátil. Es un polímero de color blanco que comienza a reblandecer a los 80º.
Tiene resistencia eléctrica, por este motivo se utiliza para el recubrimiento
de los cables eléctricos, y a la llama.
Los podemos encontrar en su versión rígida o
flexible, que es el que nos ocupa. Es dúctil, tiene estabilidad dimensional,
resistencia ambiental y además es reciclable.
En definitiva que reúne todas las propiedades
necesarias para practicar deporte.
En el proceso de fabricación de este suelo
para la práctica deportiva se utiliza como base el polímero “policloruro de
vinilo”, que es un polvo blanco, que a partir de los 80º se convierte en una
masa a la que se le da la densidad y forma deseada. Como si estuviésemos en una
panadería convencional amasando la harina para hacer el pan.
Se suele presentar en dos o más capas (en
función del espesor) de diferentes densidades. Las capas inferiores las denominamos
foam o memory foam. El foam es una espuma de baja densidad, viscoelástica, cuya
principal propiedad es que disipa la presión del cuerpo de manera uniforme.
La capa superior es de alta densidad y es a la
que habitualmente se añaden los aditivos para dar el color, tratamiento para
los rayos uva (para que no pierda el color con el paso del tiempo) y otros para
mejorar las propiedades de uso de estos pavimentos. Esta capa suele ser de un
espesor fijo que oscila entre 0,5 y 1,2 mm.
En los pavimentos de PVC para el deporte se
debe colocar entre ambas capas una finísima malla de fibra de vidrio cuya
misión es absorber las dilataciones y contracciones y de esta forma evitar la
deformación de estos pavimentos. Es muy importante cerciorarse que el suelo que
vayamos a comprar tenga este elemento, de lo contrario, al paso de poco tiempo,
nos encontraremos con desagradables sorpresas por la deformidad del pavimento.
Normalmente estos pavimentos se presentan en
rollos de diferente anchura, lo más común está entre 1,50 y 1,80 metros y de
diferente longitud, que en algunos casos se fabrica a medida. Los rollos se
sueldan in situ con un cordón de soldadura de unos 5 mm del mismo material.
Para ello utiliza una máquina de termosoldadura.
En cuanto al color la oferta es muy amplia y
varía en función del fabricante. Incluso se presenta en un formato de imitación
a la madera, en estos casos el polímero base no lleva colorante, sino que se le
pega a la capa superior de mayor densidad una lámina vinílica que da una
aspecto similar a un pavimento de madera natural.
Los pavimentos de PVC se fijan al suelo por
medio de una cola acrílica. En los suelos con humedad, entre la solera y el
pavimento deportivo se suele colocar una lámina antihumedad, también de pvc, de
entre 1 y 1,5 mm, cuya misión es permitir que se genere una finísima corriente
de aire entre la solera y el pavimento para disipar la humedad. En estos casos,
se coloca la lámina antihumedad directamente y sin pegar a la solera y el
pavimento deportivo se pega con la cola acrílica a la lámina.
Pavimento de PVC y lámina antihumedad
Este tipo de pavimento se suele utilizar en
pabellones deportivos, especialmente aquellos que son multifuncionales o
escolares. Como dije se presentan
en diferentes espesores, para el uso deportivo lo más corriente es encontrarlos
entre 4 y 9 mm.
Evidentemente, el precio es menor para 4 mm y
va subiendo en la medida que crece el espesor de la capa de foam.
Mi recomendación es utilizar espesores de 4,5
mm para el uso escolar y no profesional, y espesores superiores en la medida
que requiramos mejores prestaciones para otras modalidades deportivas
profesionales o semiprofesionales.
La relación calidad-precio de estos pavimentos
es muy interesante, en mi opinión la mejor entre las diferentes modalidades de
pavimentos de uso deportivo para interior.
El mantenimiento es muy sencillo, basta con
pasar una fregadora rotativa con agua y un detergente neutro, la durabilidad es
alta y las posibilidades de uso son muchas.
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