lunes, 5 de agosto de 2013

LA COMPETENCIA DESLEAL


Si la situación para las empresas es difícil por la contracción del consumo, la falta de crédito y la morosidad, aún se nos pone más complicada por la competencia desleal.

En los últimos años han aumentado los negocios ilegales de forma espectacular. Aparecen y desaparecen de un día para otro dejando daños irreparables al tejido empresarial.

Suelen ser personas sin ningún tipo escrúpulo que aprovechan la situación para obtener un beneficio rápido. Dan de alta una hipotética empresa que en la mayoría de los casos no tiene más empleados que el propietario, comienzan una actividad clandestina, con trabajadores sin dar de alta o dándolos unas horas o algún día, venden sin facturar el IVA, compran al “ya te veré”, y mientras dura los beneficios son espectaculares.

En nuestro sector, la construcción y equipamiento deportivo, este modelo de negocios ha crecido “como enanos”. Un ejemplo muy significativo está en la fabricación de equipamiento deportivo, especialmente pistas de pádel. Es un deporte de moda y en auge, y por ello las ventas se mantienen. 

Todavía se venden muchas pistas de pádel, pero quienes las fabricamos somos cada día más.
La mayoría de los que se incorporan al negocio lo hacen bajo la clandestinidad, no pagan impuestos, no pagan cotizaciones a la seguridad social, los talleres no cumplen con la reglamentación, en muchos casos utilizan materiales de baja calidad y sin pagar el IVA, etc.

Algunos de ellos son cazados por la inspección de trabajo o de hacienda, la mayoría no, pero lo cazados no tardan en extinguir la sociedad y constituir otra semejante para continuar el negocio. No hablo por lo que me cuentan sino por lo que conozco.

Ante esta situación es muy difícil competir para quienes tratamos de cumplir con la legalidad laboral, fiscal y medioambiental.

No podemos producir, ni instalar una pista de pádel con los mismos costes que estos negocios clandestinos. A la hora de vender, al comprador, le importa poco si cumples o no la legalidad, solo le importa el precio. Lo más lamentable es que esto no solo pasa en el sector privado, también en el público.

Nos esforzamos en competir, en vender productos de calidad, productos certificados, etc., pero como no podemos competir con el precio, se pierde la venta.

Esto está trayendo consecuencias muy negativas para la salud empresarial. Algunos de los que hacían las cosas bien caen en la tentación de empezar a hacerlas mal para ser más competitivos, con la proliferación de la economía sumergida y el perjuicio para toda la sociedad. Y quienes quieren seguir haciéndolas bien corren un alto riesgo de morir por falta de mercado.

Ante esta realidad, ¿qué hace la administración? casi nada, al menos efectivo. Nos dicen que denunciemos caso a caso. Nosotros lo hicimos pero con poca o ninguna efectividad, a pesar de que, me consta, los funcionarios se esforzaron y empeñaron. Pero, lo que fallan no son los funcionarios sino el sistema. No se trata de exigir más a los empleados públicos, que en algunos casos también, sino de cambiar el sistema de control.

El sistema se cambia hablando con cada sector para conocer su realidad y su opinión, y trabajando de forma coordinada administración, empresarios y sindicatos.

Por otras razones, que no vienen al caso, viví este mismo problema, mucho más acentuado, en el sector de la agricultura. La llegada masiva de inmigrantes propicio mano de obra muy barata y clandestina en el campo. La economía sumergida creció espectacularmente. La administración se sentó con los sindicatos y empresarios y se pusieron en marcha medidas que han resultado muy efectivas. No se ha erradicado la economía sumergida en un sector tan complejo con el agrícola, pero se ha avanzado mucho.

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